Qué legua usaba Colón. Distancias Conocidas

 

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Prolegómenos

En la actualidad, la mayoría de los autores que han analizado la travesía por las Bahamas, Turcas y Caicos, coinciden en que la legua usada por Colón era de 4 millas mientras en Cuba varios investigadores alegan que equivalía a 3 millas, incluso, algunos de ellos emplean dos métricas, una marina y una terrestre.

Resumiendo estas opiniones se han valorado entre las más probables equivalencias de 5920 m, 5556 m, 5223 m y 4945 m, así como otras menos socorridas de 4180 m, 2790 m y 2220 m. Las dos últimas son leguas “terrestres” asumidas por los defensores de Bariay y de las que no conocemos referencias históricas.

Por el momento, y mientras no aparezcan nuevos documentos que expliquen de manera definitiva cuál era la legua que empleaba Colón el análisis que haremos en este capítulo parece ser la mejor aproximación a esta cuestión tan polémica, por demás no hemos encontrado un estudio similar y por lo tanto lo anotamos como novedoso y un aporte a las investigaciones colombinas.

La legua y las mediciones en la práctica

Para el estudio de esta problemática, hay que diferenciar entre el valor de la legua adoptada por Colón, y la equivalencia que encontraremos en la práctica, cuando analizamos puntos identificados en las derrotas de sus viajes.

Es decir, la legua empleada por Colón tenía una magnitud determinada, por ejemplo, tomemos como valor hipotético la legua marina de 4 millas romanas, equivalente aproximadamente a 5920 metros, por ser una de las más aceptadas por los estudiosos del tema. Sin embargo, al estudiar las anotaciones del Journal y su correspondencia en metros, calculada cuando se verifican puntos conocidos, su métrica puede ser igual, mayor o menor a ésta, pues sabemos que los espacios eran estimados por métodos imprecisos y a “ojo de buen cubero” y se cometían errores al medir estas distancias.

Análisis de distancias en puntos identificados correctamente

Puntos más confiables: existe un grupo de mediciones, a los que llamaremos  plenamente o bien identificados y sobre la base de estas estimaciones se puede establecer de forma más o menos acertada cuál era la legua que usó Colon.

Verbigracia: todos los autores estudiados reconocen como tramos recorridos por el genovés al Paso de los Vientos y el estrecho de mar entre Jamaica a La Española, en Cuba no quedan dudas sobre la identificación de Punta de Lucrecia (Cabo de Cuba) y Punta de Mulas, así como la medición del ancho de la entrada de la bahía de Sagua de Tánamo, etc. Estos son puntos que denominamos bien identificados y como ellos pueden encontrarse varios más en la relación del primer viaje, tanto en Cuba como en La Española.

Sin embargo, la equivalencia estimada en el cruce del Paso de los Vientos difiere significativamente de la encontrada en el segmento entre Jamaica y Haití, de Cuba a La Española el cálculo apunta a una legua cercana a los 4 km, pero desde Jamaica a Cabo Tiburón aparenta una legua de aproximadamente 6 km; y así aparecen divergencias entre muchas de las distancias estimadas por el Almirante, a pesar de que se consideren correctamente identificadas. Por eso cada investigador puede pertrecharse de algunas longitudes y extraer conclusiones parciales, a veces correctas y en otras ocasiones erradas.

Evidentemente, las contradicciones encontradas entre estas mediciones son producidas por errores al estimarlas, pues los métodos para evaluar las longitudes eran imperfectos y poco precisos.

En este acápite seriamos varios de los puntos bien identificados para dividirlos y clasificarlos en una escala de 4 clases, ordenados por orden de mayor a menor jerarquía o importancia como explicaremos a continuación:

Primera Clase: Distancias conocidas

Existen algunas anotaciones del Almirante de distancias conocidas por él, y como no se estimaron o midieron no están sujetas a errores de observación o cálculo. Estas deben ser las más exactas, por tanto, nos pueden servir, con alto grado de certeza, para establecer la longitud aproximada de la legua usada por Colón. Es decir, son las mediciones más importantes pues permiten aproximarnos con relativa exactitud a la equivalencia de la legua usada por el navegante genovés.

Segunda Clase: Distancias bien identificadas en el Diario de Navegación

Estas distancias son propensas a errores de medición, pero cuando se analizan como un todo o conjunto también deben aproximarnos al valor de la legua usada por el Almirante en su primera travesía, y posiblemente en todos sus viajes. Además, son importantes porque nos brindan información sobre el error que cometía Colón al estimarlas.

Tercera Clase: Distancias bien identificadas en otros viajes del Almirante

Las hemos separados de la segunda clase, porque, como dijimos, aunque es casi seguro que Colón estimara con una sola legua en todas sus exploraciones, no podemos garantizar esta afirmación con un 100 por ciento de confiabilidad. De todas formas se analizarán tanto por separado como en conjunción con las otras clases.

Cuarta Clase: Distancias bien identificadas por los contemporáneos de Colón

Por último existen tramos correctamente identificados que llegaron a nosotros por  referencia de coetáneos del Almirante, incluso algunos de ellos navegaron con él, pero, igualmente, no podemos establecer con absoluta certeza que usaran la misma legua o que estimaran con la misma precisión que Colón. Por eso los separamos en otra clase.

Distancias conocidas

En el Diario, por suerte para los que estudian la derrota de Colón, aparecen referencias a magnitudes de distancias que cumplen la condición de no ser estimadas o calculadas, porque estas longitudes eran “conocidas” por Colón y son las del segmento entre la isla de Santa María y el Cabo de San Vicente y el trayecto de Lisboa al Valle del Paraíso.

Sobre el trayecto entre Las Azores y Portugal decimos distancia “conocida” porque aproximadamente a mitad del recorrido el Almirante sabía la longitud total, es decir, no fue calculada por el método de estima ni por la observación in situ.

Las citas sobre el Valle del Paraíso son de vital importancia, y casi concluyentes y definitivas para esclarecer esta polémica. Colón debía visitar al rey Juan que se encontraba en dicho valle y nos informa de la distancia entre los dos puntos en Portugal.

Esta determinación, entre la capital lusa y el sitio donde se encontraba el monarca portugués, la podemos considerar como muy confiable, primeramente, porque aparece repetida en el Diario, lo que hace poco probable un error de transcripción y, en segundo lugar, porque seguramente era un trayecto conocido por el Almirante, por los pobladores de la región y los cortesanos del Rey, que seguramente habían recorrido esa ruta con cierta frecuencia. Evidentemente era una longitud ya establecida y de dominio público, como lo es en la actualidad, y siempre lo ha sido, la distancia entre dos pueblos relativamente cercanos.

Como ya hemos analizado, existen varias fuentes que pueden introducir errores en el análisis de distancias, entre ellas tenemos:

1.   Lugar mal identificado: en estos dos casos podemos estar seguros de que los tramos están bien identificados y no existe este problema.

2.   Error de medición por parte del Almirante: tampoco procede pues Colón no las estimó navegando. En el caso de la distancia de las Azores a Portugal la posible discrepancia podría estar en la fidelidad de la carta o mapa que usara el genovés para calcular la distancia. Y es indudable, como ya se analizó, que la longitud entre Lisboa y el Valle del Paraíso era conocida por el Almirante.

3.   Error de transcripción: no podemos afirmar si hay o no alguna alteración en las cifras anotadas para la distancia entre la Isla de Santa María y el Cabo de San Vicente, y por lo tanto debemos aceptar de buena fe que estos dígitos son reales y correctos. En cuanto a las 9 leguas de camino entre Lisboa y el Valle del Paraíso es poco probable que exista algún error porque esta magnitud aparece anotada dos veces en el Journal, como aclaramos anteriormente.

Del análisis se deduce que, o Colón conocía la distancia a las islas Azores por alguna referencia, o la calculó midiendo en una carta o mapa. Y es más lógica la última opción, pues el Almirante también afirma que estaba a 80 leguas de la Isla de Madera. Al parecer, al marcar su posición en la carta el día 27 de febrero, el genovés midió la distancia a Portugal y a la Isla de Madera, y asienta estas cifras en el Diario.

Por tanto, si asumimos que los mapas del Almirante estaban bien confeccionados, o sea, que la distancia de las Azores a Portugal es relativamente correcta (teniendo en cuenta la precisión de la época que no era la misma que la actual) entonces podemos afirmar que estas anotaciones son muy importantes y nos pueden acercar a la magnitud o equivalencia de la legua usadas por estos marinos. Debemos recordar que las otras mediciones del Diario fueron estimadas y por ende pueden padecer del error número 2.

Morison comprobó estas anotaciones con la legua de 5920 metros. El biógrafo norteamericano opina que las distancias fueron calculadas en una carta y además, que estaban bien medidas, excepto las 80 leguas a Madeira, por estar mal ubicada en la carta de Colón.

Que los marinos usaban cartas o mapas cuando navegaba en el océano es indudable, y lo corroboran otras apreciaciones del Diario.

Morison presenta referencias que apoyan el empleo de cartas y mapamundis por parte de Colón y otros marinos que lo acompañaban.

Además, en las cartas a Santángel y Sánchez el genovés nos remite a  longitudes en la península ibérica y en Inglaterra y Escocia. Y, cuando navega por Cuba, comenta sobre las distancias a Guinsay y a otros sitios de la “India”. Por tanto, podemos afirmar que el Almirante se había pertrechado de cartas y mapamundis de las tierras conocidas en esa época.

Entonces es casi seguro, como ya dijimos, que las aseveraciones sobre la localización de las naves en relación a puntos conocidos como las Islas Azores, etc. sólo podían hacerse si llevaban mapas y cartas.

Teniendo en cuenta que la carta náutica podía contener errores pues no existían métodos exactos para cartografiar, podemos aceptar la existencia de errores en estas cifras. Pero sabiendo que las Azores habían sido colonizadas varias décadas antes del viaje colombino, y que se habían hecho cientos de viajes entre Portugal y dichas ínsulas, la distancia a ellas, muchas veces hecha a estima, debía estar bien calculada, entonces las Azores debían aparecer situadas correctamente en los mapas que llevaba el Almirante. Sobre la distancia de 9 leguas al Valle del Paraíso, no queda la más mínima duda que es correcta, con el posible error de redondeo por parte de Colón, o sea, podemos estimarla entre 8,5 y 9,5 leguas.

Los cálculos demuestran que en los dos casos analizados la equivalencia de la legua es grande, alrededor de 6 km por legua. Esto corrobora que el Almirante usaba unidades de medición cercanas a esa magnitud, y como hemos dicho, la más probable es la legua italiana de 4 millas de mil pasos.

Así tenemos una determinación completamente sobre “tierra”, plenamente confiable, y otra sobre el mar, también bien identificada, mostrando que el Almirante empleaba una sola legua, para medir tanto en el mar como en tierra, como ha sido la costumbre de los marinos, que han asimilado una milla o legua, a veces distinta de la terrestre, y la aplican a todas sus mediciones, en las travesías de cabotaje y en los viajes mar afuera.

Existe otra muy importante apreciación del Almirante que ya fue analizada (léase el artículo dedicado a Reymundo Betancourt. Allí se realizó el cálculo asumiendo 959 km para la isla europea), y es la comparación de Colón cuando afirma que Cuba era mayor que Inglaterra y Escocia juntas. Aquí también encontramos una distancia “conocida” por Colón, es decir, casi seguro calculada en un mapa de Bretaña, y por lo tanto el único error que puede existir es el que tuviera el referido mapa.

Como ya se computó, si la isla británica se extiende aproximadamente por 950 km de Norte a Sur, y Cuba, que medía 167 leguas según Colón y era mayor que la ínsula europea, entonces la legua era superior a 5,68 km. (950/167=5,68).

Como se puede comprobar, la única legua que cumple el requerimiento de Colón es la italiana de 5920 m, aunque podríamos aceptar la marítima de 5556 m, y ya con errores algo mayores la de Judge y Marden, y la de Nunn, Kelly y Pickering, entre otros. Evidentemente el error es grande para la de Betancourt e inaceptable para las de Parajón y Van der Gucht y Núñez Jiménez.

Además, otras comparaciones que Colón realiza y aparecen en la carta a Santángel entre La Española y España sólo son válidas con leguas grandes e incompatibles con leguas cortas terrestres.

Por lo tanto, en puntos sobre los que no hay la más mínima duda sobre su identificación, y sobre los que Colón “conoce” la distancia, o sea, no hay error de medición, una sobre el mar, pero las otras sobre tierra, la legua que cumple los presupuestos del Diario, y de las Cartas, es una legua grande, posiblemente mayor a 5,5 km, pero la de 5920 m parece la más acertada, porque se acerca más a las estimaciones del Almirante, y por demás, era de 4 millas y cada milla de 1000 pasos. Sin embargo, la de 20 al grado que asume Pueyo, era la española de 6666 varas, no se medía en pasos, y se equiparaba a 3 millas.

Concluyendo sobre la legua que usaba Colón podemos afirmar que la más probable es la legua de 5920 metros, de 4 millas, cada una de 1480 metros, por ser la que responde positivamente a las distancias conocidas por el Almirante.


 

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